Las lesiones por presión, llamadas úlceras por presión antes del cambio de su denominación son eventos prevenibles y que sin embargo a pesar de su alto grado de evitabilidad, seguimos observando a diario en la práctica clínica del siglo XXI. Las LPP lamentablemente, están lejos de ser erradicadas y podría entonces afirmar que son endémicas, porque ya representaban un enorme problema de salud pública en periodo pre-pandemia COVID-19 y que durante ésta actual pandemia hemos visto incrementar su incidencia, prevalencia y gravedad de manera dramática.
El llamado entonces es a no llegar tarde. Y como podemos ver en éste video, estamos llegando demasiado tarde.
Como ha fracasado la implementación exitosa y sistemática de las estrategias de prevención, no podemos fracasar en la cicatrización temprana de las lesiones, por lo tanto tengo una propuesta para el abordaje del tratamiento avanzado de las LPP desde la categoría 2.
Para el desarrollo de ésta propuesta, me he basado en la experiencia, en la observación y en los relatos diarios de enfermeras y enfermeros que se han visto enfrentados a lesiones por presión que evolucionan rápidamente a categorías graves (3 y 4). Sabemos que una vez instalada la lesión por presión categoría 1, es mandatorio implementar las estrategias de prevención necesarias para revertir la isquemia transitoria que afecta los tejidos. La LPP categoría 1, que se manifiesta como un eritema que no blanquea, entonces es posible revertirla aplicando un bundle o paquete de estrategias cuyos pilares son: manejo de la presión, gestión nutricional y un plan de cuidados de la piel.
Si la progresión de la LPP no fue posible en la categoría 1 y ésta avanza a categoría 2, mi recomendación es implementar inmediatamente curación avanzada de heridas con foco en la reducción enérgica de la carga bacteriana y ¿Por qué? La sencilla razón se basa en que la LPP categoría 2 ha sido valorada como una lesión leve, casi inofensiva por lo que ha sido tratada tradicionalmente con solución fisiológica, hidrogeles, tull, gasas y apósitos tradicionales. Una LPP categoría 2 localizada en el sacro por ejemplo, es una real bomba de tiempo ya que es su localización por si sola representa un alto riesgo de colonización crítica y de infección. El potencial riesgo de colonización crítica y de infección por microorganismos provenientes de las deposiciones es alta a lo que se suma la humedad que muchas veces prevalece en la zona y que favorece el crecimiento de bacterias oportunistas.
¿Cuál sería entonces mi recomendación?
Debemos evitar la progresión de la LPP categoría 2 a categorías más graves ya que las categorías 3 y 4 incrementan aún más la morbilidad, generan una gran discapacidad intrahospitalaria (el paciente vive discapacitado durante su estancia hospitalaria) y pueden ocasionar la muerte del paciente, como hemos visto durante ésta pandemia. Desde el punto de vista de los costos asociados al tratamiento, las lesiones más graves y complejas son más costosas de tratar e incrementan la carga de trabajo de enfermería.
En primer lugar, la valoración del lecho de la herida será utilizando el marco TIME, cuatro letras para cuatro aspectos que no debemos olvidar nunca: la T corresponde al tipo de tejido presente en el lecho y también podemos incluir aquí la localización y sus dimensiones. La I corresponde a gestión de la inflamación/infección y en éste punto la recomendación es utilizar la Escala de Valoración de Carga Bacteriana VACAB de la Fundación Instituto Nacional de Heridas.
Entonces, cuando nos enfrentemos a una LPP categoría 2, no debemos olvidar el rol determinante que juega la carga bacteriana en el avance de ésta lesión a categorías más graves y en el fracaso subsecuente del proceso de cicatrización, por lo tanto los pilares que sustentan el abordaje avanzado de una LPP desde la categoría 2 son: (T) limpieza, descontaminación y desbridamiento, que corresponde a la preparación del lecho de la herida, seguido del tratamiento local de la (I) infección con apósitos de plata, (M) gestión del exudado para lograr la humedad fisiológica necesaria para fomentar cicatrización y finalmente el (E) manejo de los bordes y de la piel perilesional.
Consejos finales
Mi consejo es que no podemos bajar la guardia, que no debemos bajar el perfil a la LPP categoría 2 sino más bien debemos abordarla de manera seria y enérgica desde sus inicios, a fin de evitar que progrese a categorías más graves y complejas que pueden poner en riesgo la vida del paciente.
Tratamiento de LPP desde categoría II
Autora: Viviana Muñoz Cáceres
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